martes, 16 de abril de 2013

:: Crónica de un calor anunciado, Castro-Castro 2013



El día soleado anunciaba una carrera calurosa, y como no, Lertxundi no quería enfriar ese ambiente sin su participación.  Ocho de sus miembros se desplazaron hasta Castro para  realizar la clásica de dicha ciudad costera  100 km que se vaticinaban rápidos y por ende, duros.

A las 9:00 de la mañana  se dio su salida, y sus aproximados 1500 participantes  comenzaron  la carrera con el ansia de llegar a la meta, es decir con  un ritmo bastante fuerte. La orografía de la carrera  comenzaba  con un falso llano en el cual  sus diferentes repechos puso a cada uno su lugar, según  sus fuerzas y fondo.   La carrera que se prometía rápida se confirmaba.

A los llanos le seguían las primeras subidas, cortas y con cierta dureza, pero como las piernas estaban frescas y bañadas por una temperatura suave, se subieron sin dificultad. Lertxundi, con seis miembros adelantados y dos rezagados, todos ellos  a todo ritmo,  no dejaban en su empeño de hacer una carrera bonita.
Tras la bajada del primer puerto, la carretera serpenteaba entre las montañas costeras cántabras que nos conducían  hacía el interior de las encartaciones. Cuando comenzábamos a saborear  el  llano comenzamos el segundo puerto. Quizás un poco más duro que el anterior, pero todavía con buena reservas de energía, pudimos subirlo. Pero no era tan dura la subida como la bajada. Una  bajada peligrosa donde uno de los nuestros, gracias a su pericia, o suerte, o combinación de ambas cosas, reventó en plena curva y evito una caída peligrosa. Allí la cabeza de se convirtió en cola y la cola en cabeza. Se invirtieron las posiciones  y alguno de los  rezagados se puso en cabeza. Tras veinte minutos de parada técnica  el grupo que ayudo a reparar el reventón continúo su carrera.

Comenzaba un largo llano el cual acababa  justo antes del último y más largo y alto puerto. El calor comenzaba a hacer sus efectos y todos los ciclistas  tirábamos de agua confiando en la parada de avituallamiento antes del último  puerto, el más largo y quizás menos duro en pendiente.  Una organización que no supo  prever el calor y por tanto la necesidad de agua defraudo  a todos aquellos corredores que  estaban de la mitad hacia atrás de la carrera. Ya que  cuando llegamos la mayoría de los corredores a reponer fuerzas, el preciado líquido  se había evaporado por culpa del calor en las gargantas de los sedientos ciclistas.  En esta parada nos reagrupamos, y resignados y confiados en la esperanza  de tener agua más adelante comenzamos la subida del puerto.


Un puerto  que hizo sus pequeños estragos. A alguno se le atraganto en el flato, a otros en cambio, tirados como por una cuerda de algún compañero, lo subieron mucho más rápido de lo que creían. El caso es que de una manera u otra llegamos a la cima, donde tampoco había agua y nos resignamos a continuar en busca de ese preciado tesoro. La bajada rápida pero menos peligrosa que la anterior nos llevo a una fuente donde al fin tuvimos recompensa y pudimos llenar nuestros botellines.
Los últimos 40 km fueron un descenso continuo donde  cada uno  ocupo su lugar del inicio de carrera. Los más fuertes  impusieron un ritmo de 40/45km hora, con puntas de 50 km/h gracias a algunos desniveles, y los menos fuertes nos fuimos rezagando al igual que desinflando.

La parte final fue dura para todos, otra vez los falsos llanos parejos a la costa. Las fuerzas limitadas o agotadas pasaban factura, y sólo se veían sobrepasadas por  la cercanía de la meta, que animaba a pedalear una y otra vez.

Así termino la carrera en un día soleado donde el sol y algunos pinchos de tortilla nos esperaban.


:: Arranque de temporada Bilbao-Bilbao 2013


La clásica Bilbao- Bilbao es el pistoletazo de salida  para la temporada ciclista de aficionados.  Tras un invierno duro, lluvioso y frio, el ansia del buen tiempo se hacía esperar aunque este no  llegaba. Toda la pretemporada se ha intentado hacer lo posible para llegar en forma a esta carrera, pero había dudas al respecto ya que la climatología y las responsabilidades laborales y familiares no lo han permitido como a muchos de nosotros  nos hubiera gustado.

Haciendo honor al invierno duro, el comienzo de la temporada  no ha querido ser menos, y las nubes grises y amenazantes cubrían todo el orbe bilbaíno. A pesar de la amenaza, Lertxundi  se hacía presente a tan clásica cita de la Villa.

La primera salida fue a las ocho de la mañana y allí estábamos nosotros. Cruzando el puente tomamos dirección  hacia la ría de Plentzia. Deusto y  San Ignacio   pasan con rapidez. El pelotón masificado se va alargando y cada vez hay más espacio  para pedalear tranquilo sin miedo a caídas y golpes.   Erandio llega rápidamente, el ritmo resulta tranquilo  este es acompañado por las risas y conversaciones de los participantes. Dejando el Nervión a nuestras espaldas y el Abra a un lado tomamos dirección a Getxo. El ritmo de paseo impera mientras se acerca Las Arenas y Berango.   
A partir de este momento  comienzan los repechos, pero debido a que los ritmos son tranquilos, de igual forman  se toman estos, tranquilamente. Tras estos vislumbramos la ría de Plentzia y hacia ella nos dirigimos con el miedo de la lluvia, la cual puede caer en cualquier momento, aunque esta no se decide todavía a caer.  A partir de Plentzia comenzamos a subir.  Es una larga subida, pero no muy dura.

En un pelotón ya muy  alargado, los ritmos se van marcando  y cada uno va  ocupando su lugar según sus fuerzas y preparación. Los kilómetros se suman a las piernas y estas se siguen enfrentando a ellos sin problema.   

La subida a Umbe se da en un ambiente de prudencia. Quedan muchos kilómetros y no hay que desfondarse.  Comemos y bebemos para recuperar las fuerzas perdidas esperando reponer existencias en el avituallamiento. La subida precede a la bajada de Umbe, una bajada rápida y tranquila. La lluvia todavía no ha hecho acto de presencia y el asfalto seco nos invita a bajar con rapidez al igual que tranquilos.

Con la esperanza de la parada  de avituallamiento tomamos  el Txorierri. El ritmo todavía es tranquilo y las risas y las conversaciones se suceden  en un sinfín de cadencias. Aun así, el Txorierri se hace largo y cuando estas pensando donde demonios han puesto  las instalaciones , las encuentras.  Puesto que ya estamos separados en dos grupos,  y son dos espacios que han habilitado para la parada, nos  detenemos en sendos espacios. Allí, momento de reponer fuerzas, evacuar líquidos  y sacar fotos, descansamos y comentamos  la situación de la carrera.

Tras una buena parada, tomamos dirección a Mungia. Y la Lluvia por fin hace acto de presencia queriéndonos decir que el ritmo de la carrera va a cambiar, estamos en la segunda parte y ya  se empiezan a ver objetivos claros en los diferentes grupos de participantes.  El ritmo aumenta notablemente y esta segunda parte de la carrera no tiene nada que ver con la primera.

Los pinchazos se suceden de manera normal  y Lertxundi no podía ser menos. Uno de nosotros pincha y el  mientras unos le ayudan a nuestro hombre, otros continúan  teniendo como objetivo Morga. Pasamos Munguía, Fruniz, y comenzamos a subir hacia Morga. Hay de todo, pero los más fuertes imponen su ritmo. Los no tan preparados sufren pero perseveran.

El pelotón ya desecho  y habiendo ciclistas en todo el circuito de la carrera se ven toda clase de participantes. Algunos sufriendo, otros compitiendo, otros desfilando. Lertxundi no queriendo hacer una mala carrera, se toma la bajada de morga como desafía con su asfalto mojado. Queriendo  recuperar  el tiempo  perdido en el pinchazo bajan morga como diablos y como tales, se toman todo ese  tramo final hasta Bilbao. Pocos son los que le siguen y muchos son los que les ven pasar. Así llegan a Bilbao y  allí verán llegar al resto de los miembros de participantes de Lertxundi.

Mojados, satisfechos y con una sensación de “podría haber sido más dura”.